Los cambios reales no se imponen por decreto, mas bien se construyen de abajo a arriba. Ante la imposibilidad de seguir por la senda del crecimiento indefinido nos toca decidir qué hacemos. O seguimos este ritmo de crecimiento hasta un punto de no retorno o vamos construyendo pequeñas y crecientes alternativas. Nadie pidió permiso para cambiar la historia. Lo que estamos dejando atrás es casi un siglo de materias primas baratas, energía fósil abundante, ecosistemas que parecían no tener límite, confianza ciega en la tecnología y el valor del dinero, amplias clases medias capaces de consumir a destajo, sindicatos que plantaban cara, economías emergentes que nunca emergían, centrales nucleares fiables, etc…
“Para escapar de su miserable suerte, el pueblo tiene tres caminos: dos imaginarios y uno real. Los dos primeros son la taberna y la iglesia. El tercero es la revolución social.” Reflexionaba Bakunin. En mi opinión nuestra necesaria revolución es la que lleve a redistribuir el poder y los recursos menguantes. Urge así como una PROSPERIDAD SIN CRECIMIENTO. La economía oficial dice que el crecimiento genera cohesión social, que facilita el asentamiento de los servicios públicos y que dificulta el crecimiento del desempleo y de la desigualdad. Sobran las razones para cuestionar todo esto. El crecimiento económico no provoca necesariamente cohesión social, y se traduce a menudo en agresiones medioambientales literalmente irreversibles, facilita el agotamiento de recursos escasos que no van a estar a disposición de las generaciones venideras y nos sitúa en un marco de un modo de vida esclavo que nos aconseja concluir que seremos más felices cuantos más bienes acertemos a consumir. Todo esto está “institucionalizado” y desafortunadamente el mundo está gobernado por la institución y no por la razón. Así que, en mi opinión, debemos estar atentos y ser responsables para con nuestras actuaciones en la vida cotidiana, si queremos revertir la situación. Hay muchas alternativas. Algo pequeño pero importantísimo es no tener tu dinero en un banco que alimenta y perpetúa el cáncer sistémico. Hay otros bancos que se dedican a financiar proyectos culturales, ecológicos y sociales. Es importante entender que el banco es el motor del sistema capitalista y pues, mientras dure este, que el ahorro y el capital sirvan al interés del ser humano y su entorno.
Algunas ideas LÓGICAS y decrecentistas:
– Creación de asambleas de vecinos, en barrios y pueblos que caminen hacia la toma de decisiones vinculantes. Igualmente consultas a escala europea, estatal, autonómica y local para las grandes decisiones estructurales.
– Defensa de una sanidad pública, gratuita, universal y de calidad, sostenible y no reduccionista. Introducción de terapias alternativas. Revisión de los contratos con empresas farmacéuticas y priorización de la producción de medicamentos genéricos. Promoción de la autogestión de la salud y de una investigación médica orientada al bien común
– Educación libre y pública en contra de un sistema educativo orientado a la especialización temprana por imperativos del mercado laboral. Por una educación integral y vivencial basada en la libertad responsable y que incluya habilidades emocionales, corporales y manuales básicas. Frenar la mercantilización y la gestión empresarial de la universidad.
– Garantizar la función social de la vivienda y municipalizar el suelo para evitar la especulación. Fijar el precio de la vivienda o de los alquileres a un máximo del 30% de los ingresos familiares. Dación en pago. Moratoria de desahucios y creación de comisiones municipales que bloqueen aquellos que tengan un origen socioeconómico. Aplicación del Decálogo de Bioconstrucción a todas las nuevas viviendas y a los proyectos de rehabilitación. Reconversión de los pisos vacíos en un parque público de alquiler social, al que se pueden añadir parte de las carteras de pisos de los bancos rescatados. Impulso sobre nuevas formas de tenencia alternativas a la propiedad, especialmente de vivienda cooperativa en cesión de uso, la propiedad comunal y la propiedad pública.
– Transitar hacia sistemas energéticos descentralizados, públicos y renovables. Multiplicación de sistemas locales de generación eléctrica.
Los residuos son recursos. Tender al residuo cero de emisiones y de materiales mediante el rediseño, la reducción, la reutilización, el reciclaje, y la priorización de tecnologías accesibles y sostenibles. Prohibición de la obsolescencia programada en fábrica.
Gestión pública municipal del agua. Por una cultura solidaria del agua, basada en la oferta y no en la demanda.
– Soberanía alimentaria. Extensión de una agricultura diversificada, ecológica, de proximidad y de temporada, orientada a los mercados locales y certificada con sellos participativos. Reforma agraria y creación de un banco de tierras para que los jóvenes campesinos accedan a la tierra y se revierta la concentración empresarial. Penalización arancelaria de los alimentos lejanos que puedan producirse localmente y etiquetaje de la huella ecológica de los productos, con el fin de reducir las emisiones de CO2 derivadas de su transporte. Reformulación de la Política Agraria Comunitaria a favor de los pequeños y medianos productores.
– Frenar las multinacionales del agronegocio. Extensión de las semillas de variedades autóctonas y en manos de los agricultores. Prohibición de los transgénicos, por innecesarios, monopolistas e incontrolables, sin admitir ningún umbral de seguridad. Substitución de sedes bancarias e hipermercados por cooperativas de consumo y mercados agroecológicos municipales. Fin de las licencias a grandes superficies comerciales, por su presión abusiva sobre los productores y la destrucción del pequeño comercio y el tejido de los barrios.
– Construir progresivamente un sistema monetario soberano y una economía relocalizada son condiciones necesarias para enfrentarse de manera eficaz a las agresiones cometidas por las herramientas de control del gran capital: creación del dinero, obligación de la compra de petróleo en dólares, la calificación y compraventa de deuda pública, préstamos condicionados, fuga de capitales o, en última instancia, el bloqueo económico y la intervención militar ante cualquier intento de funcionar con otras reglas. Así como la necesidad de salir de la disciplina del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio.
– Acabar con los rescates bancarios, los derivados financieros y los mercados de futuros. Progresivamente, substituir la banca privada por sistemas de crédito cooperativo, banca pública y banca ética. Simultáneamente, creación de sistemas de monedas complementarias y sistemas de comercio e intercambio local (LETS).
– Fin de los monopolios de medios de comunicación, empresas culturales y plataformas audiovisuales. Defensa de un internet neutral, no controlado y abierto a todo el mundo. Migración hacia sistemas operativos y software libre (Linux). No a las leyes que criminalizan el intercambio entre iguales y libre acceso a la cultura y las tecnologías informáticas.
– Techo social a la acumulación de capital. Combate al fraude fiscal y a los paraísos fiscales. Eliminación de los SICAV.
En definitiva, cooperativismo, autogestión y economía social y solidaria. Reducción del tejido productivo a la producción de bienes realmente útiles a la sociedad y sostenibles.
La teoría del Decrecimiento propone dos fórmulas para contrarrestar el hueco que dejaría la imperativa reducción de actividades productivas tales como la industria del automóvil, la aviación, la construcción, la militar o la publicidad. Una de estas fórmulas propone propiciar el desarrollo de actividades económicas que tienen que ver con la atención de las necesidades sociales insatisfechas y con el respeto del medio natural. Otra: en los sectores económicos convencionales que seguirían existiendo se procedería a repartir el trabajo. La “secuela” en términos individuales en palabras de C. Taibo serían “la reducción de nuestros hilarantes y estúpidos niveles de consumo, reconstruyendo los equilibrios con el medio natural que hemos roto.” Una economía con menos incentivos para la acumulación de capital y la competitividad no será una economía rezagada y poco dinámica, sino una de ritmo mas humano, sostenible y conciliador, con relaciones justas y consensuadas.
El decrecimiento es una linea de pensamiento inmersa en distintas manifestaciones de las más diversas culturas, que entronca con la ecología, con el movimiento de Soberanía Alimentaria, el internacionalismo, los movimientos libertarios,… con una visión del mundo no cortoplacista. Entre todos ellos existen varios pilares comunes en su filosofía de vida: respetar el entorno natural, recuperando fórmulas de producción más lenta pero de mayor calidad; consumir con sobriedad, sin excesos innecesarios; trabajar menos, para poder potenciar la vida social y repartir de una forma más equitativa los bienes, y, ante todo, priorizar la humanización de nuestros actos, la búsqueda de la felicidad de la mano del respeto. Recuerda Taibo que “hay una identificación fraudulenta entre consumo y felicidad.”
“La cobardía hace la pregunta: ¿Es seguro? La experiencia hace la pregunta: ¿Es político? La vanidad hace la pregunta: ¿Es popular? Pero la consciencia…¡La consciencia hace la pregunta: ¿Es correcto?! Y llega un momento en que uno debe tomar una posición que no es ni segura, ni política, ni popular. Pero uno debe tomarla porque es correcta.” Reflexionaba Martin Luther King. Y aunque no sea así, lo correcto se manifestará por definición.Y estamos en la posición, ahora, en este cambio vibracional, donde podemos empezar a romper con lo institucionalizado. Donde podemos ser consciencia, ahora y aquí, y usar la mente para experimentar esta realidad en vez de ser gobernados por ella. Se nos está ofreciendo esta oportunidad. No podemos volver a decir que no sabemos quienes somos, ni que no sabíamos cómo hacerlo.